lunes, 30 de enero de 2017

Lo Verdadero

La pregunta es siempre injusta: ¿cuál es el mejor disco de? Con ciertas bandas de discografía tan extensa y rica, es casi inevitable que se formule aunque en definitiva el corazón siempre termina empujándola sobre la línea. ¿Es "Angel Dust" el pico creativo de Faith No More? ¿Tal vez "King For a Day"? Si me preguntan, la escencia y los momentos que más me gustan están en "The Real Thing" (estuve a punto de elegir "We Care a Lot" pero hasta yo mismo me hubiera visto con desconfianza).

Argumentos sobran. Primero, a nivel compositivo estan a punto caramelo. Desde el mismo comienzo con "From Out of Nowhere" se los nota enfocados, decididos, con los dientes apretados: prototipo de banda que sabe que se está jugando su carta más fuerte. Entremezclado con una guitarra híper distorsionada y un bajo funkoso, aparece sutilmente el teclado, barnizando de melodía un tema que figura entre lo más logrado que hayan logrado en su carrera. En efecto, el elemento que destacó a FNM de sus contemporáneos es Roddy Bottum, uno de esos tapados que cimentan la personalidad de su conjunto. Y lo del bajo funkoso no es un dato menor: Billy Gould la rompe. Sustentado en un sonido tan único como personal, su desfachatez se hace presente a lo largo y a lo ancho, cobrando mayor protagonismo en "Falling to Pieces".

Mike Bordin es otro que descolla, con una ejecución estrambótica pero con onda, ensamblada a la perfección con el bajo: no por nada luego tocó con Blak Sabbath. Resulta inevitable hablar de Mike Patton. Pocas veces el cambio de cantante fue tan determinante para un conjunto (se me ocurre Maiden con Dickinson). Su voz nasal es perfecta para las composiciones y deja entrever que su caudal, como dio sobradas muestras, está para más. Patton también impregna de humor al conjunto y si bien con el tiempo cada vez me fue rompiendo más la paciencia con sus infinitos proyectos, hay que darle mérito y reconocer que la suya es una personalidad única.

Para el final, me reservo a quien para mí es la figura de la placa: el señor Jim Martin, quien a base de riffs, distorsión y más y más machaques genera ese toque único que no supieron (ni pudieron) repetir con sus sucesores álbumes. Martin no es de esos violeros desmedidos en mostrar todo su talento e incluso en determinadas canciones ni siquiera solea. Es el prototipo de guitarrista que banco, el que está tapadito en el fondo bancando la parada.

¿Hace falta que hable de todas las canciones? Nah, si están ahí para ser escuchadas.

1 comentario:

Sebastian dijo...

Hace rato no entraba, muy buen disco este.
Gracias Astilla x difundir musica poco conocida, gracias a vos conoci y soy ultrafan de Replacements (una banda que cambio mi vida), Wildhearts y Lucinda Williams.